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Sin Obstáculos.


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Hago el recuento y desde que te conocí, sabía que iba a pasar algo eterno por nosotros, no quiero exagerar, pero llegaste a mi vida como se llegan las tormentas impredecibles, aquellas que ni los expertos en clima divisan, sin en cambio, tú no fuiste tormenta que llega y destruye, más bien te viniste a instalar en mi como un clima nuevo, como la otra cara de la luna, como un milagroso rescate después de tantos años perdidos. 

Hago el recuento y encuentro cosas que he perdido y cosas que he encontrado, una de ellas fue el apetito, esa avidez que había perdido, ese deseo por la vida. Te encontré hace unos años, como en un sueño, con el recuerdo de un día de fiesta, te vi, y jamás me hubiese imaginado que podría besarte los labios, siquiera hablarte, aunque tal vez de un modo fugaz lo hice, lo juro, juro que me fijé en ti por algo, aunque en ese tiempo yo estuviera volando por diferentes espacios de tiempo. Mi vida pasó como una pesadilla de esas que se crean sólo por la realidad, viví lo que había que vivir, lloré y amé lo que había que amar, porque era necesario y era justo, quiero suponer que tú hiciste lo mismo, vivimos diferentes cosas, que nos hirieron o nos hicieron crecer, vimos las estrellas de diferentes maneras, hicimos promesas una y otra vez, hicimos locuras, reímos a carcajadas, sentimos la música y corrimos riesgos, es aceptable por que es parte de vivir, y todo eso que nos compuso, lo guardamos como en un cajita, todas esas vivencias, esas memorias, esas sensaciones, las pusimos en lo alto de algún viejo árbol.
Llegaste a mi vida de todas las formas sencillas en que alguien puede entrar a la de otra, pero yo quiero hacerla diferente, porque lo fue, porque todo fluyó como un río cuando va hacia el oceano sin obstáculos. 


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No escribo para ti, ni para ese, ni para aquél otro.
Sólo para mi, escribo nomás para mi.


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Creo que tenés razón, la culpa es de uno cuando no enamora y no de los pretextos ni del tiempo.
Mario Benedetti

¿Y ahora qué?


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Ya no hay cigarrillos, he dejado de fumarlos desde hace tiempo, cuando te esfumaste con el último. 


Mis desvelos ahora duermen. Se han clausurado las palabras, la tinta no quiere pintar para mi, y el papel, no quiere ni verme.

Los viernes por la tarde, ya no son los "viernes por la tarde" de caminatas largas y platicas sensatas, de noches estrelladas.

¿Y luego qué?. Porque siempre hubo un después, un cíclope, una flor, una declaración, mis manos, las tuyas, las dudas. ¿Y ahora qué?.

Entre distancias...


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La distancia siempre es un buen pretexto para escribirte, para escribirle al viento y a todo eso que uno extraña cuando se está lejos, lejos de los caminos ya casi siempre recorridos, y así lo hago, te escribo aunque sabes que lo hago diario, que te escribo con el pensamiento, te describo con la boca, te beso con este suspiro veraniego, pero no lo hago como ahora con recelo, recelo de aquel viento que seguro te besó la cara hoy, recelo de toda la gente que pudo mirarte el rostro, de quien te tomo de la mano, de quien te habló de algo sin sentido, recelo de todo lo simple que me pierdo por la distancia , te escribo, te proclamo en letras por que la noche lo amerita, por que la distancia lo exige, por que el recuerdo de la caricia de tu mirada me hace falta, porque la distancia comienza a quemarme, pero de frío, de éste frío que no hace, y que sólo yo siento, cuando estamos lejos.

Tren sin retorno


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¿Dónde están las hazañas entre los soles de mayo?
Las victorias enternecidas por los atardeceres de Junio
son ineptos espacios de tiempo
que se perdieron por algún lado.
Olvidamos lo que estuvo mal,
pero lo hicimos de todos modos.
Fuimos juzgados por el infierno
y enviados al segundo círculo.
El tiempo es pasajero
montado en un tren
que ya no tiene retorno,
impulsado por el hado del humo negro.
Perdimos mil batallas
frente a una guerra ávida.
Las estrategias sirven de poco
cuando lo que se pierde es la existencia.
Quedamos rezagados
entre todo lo que fuimos
y lo que ya no seremos.

Luciérnagas


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Perdí el rumbo de las luciérnagas en el viejo noviembre
Borré los pasos y congelé las calles con el vacío de mi mirada

Desaté mi torso del tuyo y me quedé pegada al suelo...

Si me preguntas dónde estoy, no lo sé, yo aún no me encuentro...